SIN MIRAR ATRÁS

High tone



El tiempo pasa inexorable y con él la mayoría de ritmos que nos llegan de la inagotable red. Muchos pasarán desapercibidos de manera injusta y otros, en cambio, tocarán el cielo quizás sin merecerlo. La movida dub parece que llegó para quedarse y vive un momento de gracia en el que surgen y resurgen talentos y blasfemias a diario. En medio de tal tumulto, los franceses High Tone son ya un caballo de largo recorrido y, además, ganador. Su reciente álbum, Out back (Jarring Effects, 2010), nos retrata su ambición en formato doble.
High Tone son una referencia en la escena francesa de tal calibre que podemos escuchar su influencia casi sin pretenderlo. Como muestra de ello, ahí están sus numerosas colaboraciones con colegas de tiempo y espacio. Surgidos en la segunda mitad de los noventa en el abanico de la rica escena dub francesa, compartieron entonces protagonismo junto a ya clásicos como Le Peuple de l’Herbe. Ahora, casi quince años después, no se reafirman, se retan.

Out back viene con la asunción de ser doble cara de una misma moneda, lo cual no es nada fácil. Efectivamente, todo tiene su cruz en esta vida pero difícil resulta encontrársela a un grupo que tiene en el estímulo permanente su puño y letra. ¿Nada nuevo bajo el sol? La ambición no implica calidad, bien es cierto, pero aquí la hay y a raudales.


Este tapiz de oscuridades industriales y electrónicas atrapa casi de manera hipnótica. Se trata, en realidad, de dos álbumes más que de uno doble. Así, más que de Out back debemos hablar de Dub axiom y No border, obras complementarias propias de los firmantes, dub finamente aliñado con los nuevos tiempos dubstep. Un trabajo duro y oscuro.

Spank  nos abre el primer disco, Dub axiom, con una voz de tonada árabe que arremete rápidamente con un sonido de tono y ritmo industrial. Su ritmo subyacente e in crescendo va marcando unos loops vocales entrelazados. Sí, para muchos, ese es el reflejo de los tiempos que corren. Impecables e implacables, de ahí nos llevan a la secuencia colorista aunque gélida que arranca Dirty urban beat, desvanecida casi de inmediato en la oscuridad de un ritmo tétrico, pausado solamente ante ciertos ecos vocales y algún reflejo melódico. Desde tal industria metalúrgica inicial, caemos en la era electrónica curiosamente bajo el título Dub what, quizás por los silbidos que se oyen intermitentemente arropando su primera línea melódica de entidad. Aquí hay, aparentemente, algo de luz reggae, pero pronto se descubre una sensación de bucle casi lisérgico. Más aletargado en el ritmo es el tema Liqor, aludiendo más claramente a los orígenes reggae del dub. El sol se abre ya paso en los sonidos envolviendo las primeras palabras del álbum arropadas de una recurrente buena melodía. Bañándose de nuevo en alcohol, su dub se manifiesta definitivamente originario en Liqordub, pidiendo feedback enérgico. Su melodía más lograda nos llega con el barroco subsuelo de Rub-a-dub-anthem, melódicamente rítmico.  Fly to the moon nos devuelve a la oscuridad de lo cotidiano y nos dejan listos para el segundo plato con un Boggie dub production donde juegan y recrean con lo mostrado hasta el momento.

Y el segundo plato, No border, llega muy lúgubre. La guitarra que nos sirve su Space Rodeo nos inquieta como una película de Kenneth Anger, mostrándose rápidamente contundentes en el verbo y el ritmo.  La atmósfera se torna onírica con Bastard, pero es un claroscuro maravilloso. Luego, tintes orientales y ritmos acelerados pausándose en el sueño  en el regreso Home way. Y seguimos por su particular ruta de la seda acariciando tejidos sonoros de lo más evocadores. Propal es sencillamente estimulante y nos sirve de antesala desconcertante ante la poderosa Uncontrolable flesh, aunque su referencia carnal se me antoja demasiado lejana a sus sonoridades electrónicas. Claramente, no cuadra, y menos cuando se habla de descontrol desde un cuadro de mandos. Eso sí, es innegable lo sugerente del sonido. Menos estimulante me parece Ollie Bible, sin descartar que tal fuera la intención.  Y llegamos el 7th assault con unos High Tone exultantes, desplegando todos sus encantos. Sencillamente, vigorosos. Al final, nos sirven su Altered states y nos sentimos lejos, muy lejos de una experiencia vital cotidiana que resulta ser lo único que tenemos. Volved con más, por favor.




Texto de Juan Carlos Romero
Fotos cortesía de High Tone