MÁSCARA ROTA

Ester Bellver



Decía André Breton, surrealista al uso para muchos en desuso, a pesar de los pesares, pues hálitos como estos no se encuentran ni siquiera a pares sino más bien en nones, que amar es ver en otro nuestra imagen reflejada con la máxima claridad. De ahí que muchos prefieran buscar lo que se tiene de común, para evitar cualquier crítica. Lo llaman amor y se quedan tan anchos. Ester Bellver nos trae ProtAgonizo nacida de una ruptura personal que pronto se muestra como lo que es siempre nuestra vida, una farsa. Pocos escapan a ella porque pocos tienen el valor de enfrentarse a tal abismo, sin esquemas rancios preestablecidos. Así, el valor de descubrir, a uno y al otro, y si hay diferencia entre ambos, y sí la hay, disfrutarla como respuesta inmediata y cambiante. Ester Bellver, la autora y actriz, rompe y rasga.

Ester Bellver nos introduce la obra como una pieza teatral“basada en un texto nacido de la rotura personal que, por unos y otros motivos, un día le acontece a cualquiera. La vida pareciera detenerse y entonces se puede contemplar con asombro el personaje que le ha tocado representar en esta farsa. El descubrimiento de que uno no es uno. Su desmoronamiento. El abismo de no saber.” La experiencia es demoledora, si bien la magnífica interpretación de Bellver nos puede hacer pensar que el texto se le queda corto para los enormes recursos que tiene como actriz. Aún así, la rotura del espejo que nos propone es siempre incómoda, como una visión cruda de aquel Sunset Boulevard (1950) con que Billy Wilder desnudó el juego de espejos de la vanidad.



En la obra de Bellver tenemos el horror de romper la propia farsa soltándonos el aliento en la cara. “Una actriz contempla extrañada su imagen frente al espejo del camerino. En él se le irán apareciendo, como en una  película, los diferentes escenarios transitados en su vida, reviviendo con ello los papeles representados en el teatro y en la revista de los años 80, género en el que debutó como artista… el resentimiento, los miedos, el éxito y fracaso del personaje que representa su vida y las múltiples caras que ha interpretado en la escena le hacen poner en cuestión su propia identidad. La actriz, enfrentada a si misma sospecha, “esa no soy yo”. Una rotura del espejo en mil pedazos, en mil caritas, anuncia su ‘última representación’.”  Y duele, créanme, duele ver como alguien se sincera con un valor que nadie tiene. Romper los propios esquemas es aceptado como derrota social y no como un avance, de manera que ProtAgonizo se vuelve en catarsis de ruptura si uno entiende que las convenciones sólo nos llevan al éxito social si pagamos un alto precio, la renuncia a uno mismo. Aplaudir a Ester Bellver es hacerlo al talento, al valor de la duda y al amor para el que no hay ni rupturas ni vínculos, sino estímulo vital.




Texto de Juan Carlos Romero
Fotos de Tomi Osuna