ISABEL VINARDELL & ISABELLE LAUDENBACH

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Renacer


Isabelle Laudenbach & Isabel Vinardell
19 de abril, 2017
El Molino, Barcelona
Cortesía de Festival Mil·leni

Lo admito: no nací al conocerlas. De hecho, ya llevaba décadas deambulando con mis pequeñas y grandes cobardías a cuestas, y, por qué no decirlo, también con un buen puñado de virtudes, que la falsa modestia nunca fue bien recibida en mi mesa. Sin embargo, escuchando a Isabel Vinardell e Isabelle Laudenbach interpretando el clásico bolero “Contigo aprendí” de Armando Manzanero, me di cuenta de lo certero que es su último verso: “contigo aprendí que yo nací el día que te conocí”. Y es que, de alguna manera, ciertas experiencias nos hacen renacer porque, como dicen las enseñanzas budistas, uno no puede pisar dos veces el mismo río pues ni las aguas son las mismas ni uno es el que una vez fue, si es que alguna vez somos algo más que una mera ilusión. El crecimiento fruto de la vivencia nos lleva a renovarnos y con propuestas como el proyecto A solas de Isabel Vinardell e Isabelle Laudenbach uno siente que todo lo vivido cobra nuevos sentidos y que en los matices reencontrados hay motivos para abrir otros caminos.

El miércoles por la noche, el dúo actuó en el clásico y renovado El Molino dentro del Festival Mil·leni de Barcelona. Presentaron las canciones del disco y alguna que otra sorpresa, con un (casi) estreno mundial de por medio. Mágica siempre Isabel cuando canta y danza entre las sombras. Hermosa siempre Isabelle cuando su guitarra flamenca nos rasga las imposturas. Y es que con canciones como A solas o De mis propios ojos, es inevitable no reconocerse y revivir historias propias quizás no siempre del todo bien cerradas. Esto es así porque en las actuaciones de Isabel Vinardell e Isabelle Laudenbach hay mucho talento y mucha verdad. Sí, las heridas escuecen, pero de la mano y de la voz de Vinardell y Laudenbach llega siempre una dulzura que es como una brisa marina en una apacible mañana de invierno que nos ayuda a ver la belleza en una playa desolada y a recrearnos en cada rayo de sol por muy débil y solitario que sea. Por mucho que duela el pasado, cómo no dejarse vencer por la belleza de Jo tot ho perdo, escrita por la madre de Isabel Vinardell y que en su voz te llega tan adentro que piensas que está escrita para ti. Además, hay siempre algo de esa escena final de “El séptimo sello” de Bergman en sus conciertos, con la muerte llevándose en danza a los mortales. Es la belleza de lo vivido como celebración de lo que está por venir. Así, conmovido y esperanzado, con ellas se asiste al baile de sus propios versos con los de José Hierro, Alfonsina Storni, Lhasa de Sela y Carlos Gardel, con su maravillosa versión de Volver. La sorpresa, como en la vida, también llegó y danzó, mediante el bailarín Arias Fernández, un descubrimiento.

Este Quijote de medio pelo que os escribe perdió ante El Molino porque se vio de nuevo vencido por la emoción de quien está viviendo algo profundamente bello. Sus aspas, paisaje imprescindible del Paral·lel, “un Palau con plumas”, como dijo Isabel, molieron los más hermosos granos para darnos “o melhor café”, como cantaría Marisa Monte, cuyo aroma, la ternura y la dulzura firmes de Isabel Vinardell e Isabelle Laudenbach, da ese equilibrio de sabor que nos perdura en el tiempo. 


Isabel Vinardell & Isabelle Laudenbach | Entrevista aquí

Texto de Juan Carlos Romero
Isabel Vinardell & Isabelle Laudenbach 
Fotografía cortesía de Festival Mil·leni 
Todos los derechos reservados