HACIA LA LUZ

Krause





Desde que arranca el disco con Something to write home about hasta su Can’t shut me up final, está claro que Susanne Clermonts pisa con determinación el escenario del pop electrónico. Su debut No guts, no glory (Sony Music, 2009) ya ha surgido de un contrato con una multinacional después de haber actuado con lo mejor de la escena club como Vive la fête, CSS o The Ting Things. Lo próximo, compartir escenario con Kelis.

La música electrónica siempre ha gozado de muy buena salud en Europa. En realidad, es el único género en el que han destacado muchas propuestas surgidas fuera del Reino Unido. La tradición es larga en Alemania, Suecia,  Dinamarca, Bélgica u Holanda. Aún así, Krause nace del punk, de la rabia, de la energía desbocada. Su talento se ha sofisticado pero el desafío sigue ahí. Su primer disco y sus directos son tan sólo el principio. Ella es mucho más.

Su paisaje sonoro es eminentemente urbano. Tienes la sensación de estar inmerso en el río organizado de las grandes masas que sobreviven en las ciudades. Pero ella es elegante y brillante en el arranque, casi onírica. Un espejismo, pues rápidamente caemos en la dureza de un ritmo robótico. Quizás hipnótico pero mucho más real.

Aún así, el sueño es posible cantando Do it again. Tema luminoso y bailable en el mejor sentido de las palabras. La noche empieza a cobrar protagonismo. La ciudad seduce y engaña tras tantas puertas por abrir, pero queremos más.

No guts, no glory, primer single del álbum, es desafiante. Sin agallas no hay gloria. Al final de la noche siempre asoma un nuevo día y la farsa se acaba. No cry, no pain, no way, no eyes…La calle sin salida de la desesperación nos corroe la mente sin remedio. La música responde a esta sensación y su voz en eco nos lleva a sentirnos en verdad atrapados. Una gran canción aunque duela.

Quizás el cielo es la única vía de escape. Soaring through the starlight parece que la vida pueda tener algún punto a favor. Los deseos de volar más allá de nosotros mismos son inevitables y, posiblemente, necesarios. La canción es de una sonoridad electrónica llena de matices, todo un alarde del mejor pop.


El ritmo es parte fundamental en Follow me. Un gran trabajo de minimalismo electrónico al servicio de mucha creatividad vocal. I want a pony es en cambio visceral. Krause canta desde su energía punk, nos desafía, nos grita literalmente su deseo por un pony diciendo mucho de la sociedad caprichosa actual. Nuestra enfermedad es nuestro vacío y ella nos golpea con él.

No es posible la indiferencia ante una fuerza arrolladora como la de Krause. Te enfrenta inevitablemente al fondo de la cuestión, a tus deseos y tabúes. Transforma la energía nocturna en un motor vital, en la creencia en uno mismo. Ella es puro talento y no parará. Can’t shut me up es demoledora, como debe ser.




Texto de Juan Carlos Romero
Fotografía de Karen Rozetsky