YURIY NORSHTEYN


Cuerpo y alma





Había una vez un zorro y una liebre. El zorro tenía una casa de hielo y la liebre una de madera… Y un bosque nevado envuelve a la libre gritando mientras el zorro presume de su palacio de hielo. La mano del artista puede crear caricias de eterna permanencia y Yuriy Borisovich Norshteyn es un maestro en acariciar historias y espectadores por igual, uniéndonos en el terreno de la sugerencia. Sus películas son alma para la experiencia artística.

Nació en 1941 cerca de Moscú en plena evacuación de la ciudad a causa de la guerra. Circunstancias difíciles que sin duda influyeron en su amor por la delicadeza. Estudió en una escuela de arte, trabajó en fábricas, cursó estudios de animación y colaboró en una cincuentena de películas hasta que dirigió su primer trabajo, El día 25, el primer día (1968), compartiendo la dirección con Arkadii Tyurin y sirviéndose de trabajos de artistas soviéticos revolucionarios para así conmemorar la Revolución de Octubre. Siguió en los pasos de la codirección en La batalla de Kerzhents (1971), donde echa mano de frescos medievales para recrear la resistencia ante los tártaros.

Siempre está perfeccionando su técnica de animación basada en el uso de láminas de vidrio con las que crear una atmósfera ensoñadora. Las historias pasan a una dimensión mágica que las convierte en únicas aún siendo de origen tradicional. Un cuento en las manos de Norshteyn se torna vivo y de dimensiones especiales. Sus cielos son parte de su particular manera de crear universos desde lo popular. Quizás es la manifestación más certera de que la ilusión es propia de la infancia pero no exclusiva de ella. Las personas suelen no tener ilusión por la vida al pasar los años pero Norshteyn pinta sus cuentos con fascinación por la existencia. Todo detalle es importante y él no sólo siente ilusión, la crea.

Trabajos como El zorro y la liebre (1973), La garza y la grulla (1974) y Erizo en la niebla (1975), nos muestran toda su sensibilidad siempre bien acompañada por la música de Mikhail Meyerovich y la narración de Viktor Khokhryakov. En todas ellas se ha ganado la admiración del mundo cinematográfico incluso en los tiempos en los que el telón de acero aún no había caído. Sus colores, sus mosaicos, sus paisajes de mundo propio intenso y evocador, nos trasladan a sentimientos donde nuestra imaginación parece poder volar libremente. Todo es posible en Norshteyn, incluso la ternura. Tras ellas, llegó su más conocida obra, El cuento de los cuentos (1979), una maravilla que hace honor a su título.

Tras premios a ambos lados del muro, fue despedido a mediados de los ochenta por trabajar en su nuevo proyecto con excesiva lentitud. Su artesanía no va con los tiempos que corren, pero perdura. Entonces trabajaba en el que es su último proyecto fílmico conocido, El abrigo, para el que no ha conseguido financiación todavía. Ahora se dedica a la divulgación y la enseñanza además de la publicación de libros de ilustraciones exquisitas como su reciente Nieve sobre la hierba (2005), extenso trabajo que espero pueda ser impulso para acabar su proyecto inacabado. Yuriy Norshteyn es el cuento en cuerpo y alma.




Texto de Juan Carlos Romero
Video Erizo en la niebla de Yuriy Norshteyn
Fotografía Nikita Pavlov http://nikitapavlov.com/