En conversación
Desde Cuban Art News
Aunque refleja una clara identidad femenina, García dice
“Mi obra no tiene nada que ver con el feminismo”
Una entrevista de Maya Quiroga Paneque
Aimée García, Marea, 2012 Courtesy of the artist |
El diálogo con la artista cubana se produce en
una tarde lluviosa de noviembre. Aimée me ha confesado, de antemano que es una
mujer de pocas palabras. Viste una sencilla blusa blanca con pequeñas alforzas
en la parte delantera. Y es que las labores y manualidades son parte
indisoluble de su vida y obra creativas.
“Cuando era pequeña me cuidaba una señora que me enseñó a bordar y tejer. Mi
mamá también tenía muchos conocimientos sobre manualidades. Eso, aunque uno no
quiera, tuvo una gran influencia en mi”, comenta cuando hablamos sobre el
tema.
Aimée García Marrero (Matanzas, 1972) es, en
el mundo de creación femenina, una suerte de rara avis. Aunque en los últimos
años su poética ha devenido espacio para la confrontación y actualización de un
discurso distintivo dentro de la mirada de género, Aimée afirma que no ha sido
una intención expresa. Para nadie es un secreto que su lenguaje plástico, amén
de existencial e introspectivo, está marcado por su identidad femenina.
Su arte también apela a recursos de la
postmodernidad como la intertextualidad y presenta profundos anclajes con lo
sígnico y lo simbólico. Grabadora, pintora, escultora, su obra ha llegado a
disímiles escenarios lo mismo en Cuba, Estados Unidos, Venezuela, México,
España.
Aimée García, c.2006 Courtesy of Alida Anderson Art Projects |
¿Cómo
llegas al mundo de la creación artística? ¿Había una tradición familiar en ese
sentido?
De niña entré en la Escuela Vocacional de Arte
de Matanzas, de donde egresé en 1987. Después transité el nivel medio hasta
graduarme del Instituto Superior de Arte (ISA) (1996). En mi familia no había
nadie interesado en el arte de manera profesional. El mayor acercamiento fue a
manera de hobby por parte de mi madre y algunos tíos y tías maternos.
Tus
estudios en el ISA coinciden con la profunda crisis económica que tuvo lugar
tras el desplome del Campo Socialista, una crisis que en Cuba fue conocida como
Período Especial, que tuvo su momento más crítico entre 1992 y 1994. ¿Qué
repercusión tuvo esta crisis en la llamada generación de los 90, a la cual
perteneces?
Cuando nosotros emergimos en el panorama
artístico cubano, la generación de los 80, que participó en acciones culturales
tan polémicas como la exposición del Castillo de la Real Fuerza, había sufrido
un éxodo masivo. A nosotros nos tocó enfrentarnos al llamado Período Especial
con todas sus complejidades. A partir de ahí se empezó a asumir el arte de una
manera más simbólica, diría yo, desde el punto de vista icónico.
Por otra parte, como no había recursos ni para
construir un bastidor, teníamos que estar inventando constantemente. Uno se las
arreglaba con lo que encontraba, usábamos el lienzo que apareciera.
A estos
difíciles momentos se sumaron la censura y las trabas de las instituciones
artísticas…
Nuestra generación comenzó a producir un arte
controvertido de una manera más solapada, no como la generación de los 80 que
lo hacía de forma más abierta. Recurrimos a las apropiaciones y a una
visualidad, creo que más edulcorada, de manera que el enfrentamiento con la
Institución no fuera tan directo. De hecho, esa estrategia de simulacro aún se
mantiene.
Hoy mensajes muy fuertes pasan la censura y
llegan a las galerías si el artista sabe hacer bien el juego entre el arte y la
Institución. Con nosotros, los artistas aprendieron a transmitir sus mensajes
de una manera menos directa.
Aimée García, Untitled, 1994 |
En el arte existe una
tendencia denominada por la crítica como neo historicista, ¿podríamos definirte
como tal?
Desde que estudiaba en el
ISA, mis primeras obras toman referentes de la historia del arte pero no tan
directamente. Más bien voy utilizando temas mitológicos y del Renacimiento para
hablar de mis inquietudes como artista, y para indagar en temáticas más
actuales. Aunque mi obra ha ido evolucionando, he mantenido esta manera de
decir en mi creación.
¿Tienes consciencia de
tu condición de artista mujer y de la presencia de un lenguaje de género en tus
obras?
El tema de género se da
de manera implícito en mi obra, aunque no quiera asumirlo, pero no es una
prioridad de mi trabajo. Está unido a mi esencia como mujer y como observadora
del mundo circundante. Mi obra tiene una gran carga de autoreferencialidad pues
parte de reflexiones sobre la sociedad y sobre mi condición de mujer.
Lo he abordado
explícitamente en obras muy puntuales, como en la serie Sabor del
silencio (2002), donde partí de objetos de la vida familiar y la
cotidianidad como cazuelas bordadas y una mesa con un mantel bordado. Con esa
serie quería hablar sobre las cargas silenciosas que se dan en la vida de
cualquier mujer, tomando como pretexto los objetos de la cocina.
Aimée García, Untitled, 1995 |
¿Por qué ese gusto por
la autoreferencialidad?
La utilizo como una vía
para canalizar las experiencias que me llegan del exterior, como estableciendo
un doble lenguaje interno/externo. Este doble discurso pasa por lo social y por
lo individual, como ser humano que soy.
¿Temes a que te
clasifiquen como feminista?
Mi obra no tiene nada que
ver con el feminismo. No guardan relación en lo absoluto. No veo un enfoque en
mi obra desde el feminismo.
¿Qué herramientas te
resultaron útiles para llegar a la mirada de género en el arte?
Esa mirada no nació de
manera consciente sino a partir de cosas inherentes a mi formación anterior,
como el bordado, el tejido y las manualidades que comencé a utilizar como
herramientas de trabajo.
¿Cómo se produjo el
tránsito de la pintura a las micro- instalaciones?
Cuando cursaba el nivel
medio comencé a estudiar escultura. Sin embargo, en el Período Especial solo
había barro y yo quería experimentar con otros materiales que no estaban
disponibles en ese momento.
Así, en el ISA me incliné
por la pintura pero siempre relacionada con los objetos. Hacía marcos en madera
con relieves en yeso pintados a mano. Así mis pinturas se fueron convirtiendo
cada vez más en objetuales. Después empecé a hacer objetos solamente, a los
cuales les incorporaba hilos, periódicos, encajes, plomo, pelos, sangre.
¿Cuáles son ahora tus
creativos?
Seguir haciendo el tipo
de obra que me gusta: la pintura, la fotografía, los objetos. Estoy
preparándome para una exposición colectiva en Colombia. Para el próximo año
tengo prevista una muestra personal en la galería de la Biblioteca Nacional de
Cuba. Me gustaría mostrar nuevas instalaciones y de ser posible, intervenir las
paredes.
Aimée García, Pureza (Purity), 2012 Courtesy of c-monster.net |
Hablando sobre Pureza, obra que estuvo presente en la XI
Bienal de La Habana ¿Cuáles eran, desde tu punto de vista como artista, las
connotaciones de ese tapete gigante de color negro que el público vio tendido
sobre el malecón habanero?
Aparentemente era una
suerte de juego, una forma de interactuar con el público y de que vieran mi
diseño. Las personas pasaban, miraban y les preguntaban a las dos tejedoras por
qué estaban sentadas sobre el muro, tejiendo. Para mí, era un acto de continuidad,
de crecimiento, hacer un tejido de 20 metros de largo. Quería hablar sobre la
paciencia, la perseverancia. También sobre la espera. El malecón habanero está
ligado a los encuentros y desencuentros, a los sueños y las desilusiones.
¿La maternidad produjo
algún cambio en tu forma de ver y sentir el arte?
No es fácil desprenderse
de un discurso en el que has trabajado durante mucho tiempo. Cuando he tratado
de despegarme de él, siempre aflora de alguna manera. Hice una obra donde
aparece mi hijo Gabriel y unas armaduras pequeñas bordadas que quizás fueran
producto del proceso del nacimiento de mi niño.
La maternidad es bella y a
la vez difícil. Durante dos años no pude trabajar. Fue una especie de bloqueo
artístico. Mi creación actual la veo como un proceso de continuidad de mi obra
anterior. A lo mejor la maternidad sí me influyó, pero no he puesto a meditar
en eso.
¿Sería posible pensar
en un arte futuro donde se den de manera equitativa lo masculino y lo femenino
sin necesidad de hablar de mirada de género, o eso sería una utopía?
Pienso que es mejor
enfrentar la creación artística desde el punto de vista de una reflexión sobre
el ser humano, sobre el individuo, como especie. Los calificativos de género
los pone el espectador o la crítica para hablar de exclusiones que pueden o no
ser reales. Espero que algún día no haya necesidad de calificar mi arte de esa
manera.
— Maya Quiroga Paneque
Maya Quiroga Paneque (La Habana, 1976). Licenciada en Química en
la Universidad de La Habana, ha realizado diplomados en Periodismo, Locución.
Estudia Dirección en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación
Audiovisual del ISA. Miembro de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y del
Círculo de Periodistas Culturales. Ha trabajado como reportera y redactora
cultural para canales y programas televisivos de la isla.
Una entrevista de Maya Quiroga Paneque
Originalmente publicada el 12 de diciembre de 2012
Courtesy Cuban Art News: www.cubanartnews.org
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Todas las obras son de Aimée García
Edición NAU NUA | ARTS MAGAZINE
Editada por Juan Carlos Romero
Todos los derechos reservados
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