La elipse de un grito, va de monte a monte. Desde los olivos, será un arco iris negro sobre la noche azul. Hermoso fragmento del poema El grito escrito por un joven Federico García Lorca, el poema de la seguriya gitana, como recalcó su autor. Esta elipse nacida de la entraña con ansias de libertad dibujada por el poeta granadino con versos finos y certeros, nos susurra una brisa delicada y firme que meció mi bendita imaginación viendo la obra Sonoma, la nueva propuesta que La Veronal presentaba en el Teatre Grec de Barcelona dentro del Festival Grec 2024, si bien, para susto del respetable, en primer lugar llegó una lluvia que retrasó el inicio de la obra unos treinta minutos en los que el público pudo juguetear con los chubasqueros blancos repartidos por la organización y sonreír al verse a sí mismo blanquear la grada del teatro. El grito movió las aguas y La Veronal las mentes.
A pesar de la elipse lorquiana, el origen de Sonoma es buñueliano, cuando en 2020 la compañía presentó en danza con tambores de Calanda en el MNAC la nueva creación de Marcos Morau, director de la compañía, cuyo título e inspiración venía de las palabras grecolatinas “soma” (cuerpo) y “sonum” (sonido) y siguiendo el hilo de una obra suya anterior, Le Surréalisme au service de la révolution, para el ballet de Lorraine. Desde entonces Sonoma ha crecido y desde la raíz y el sueño, desde la entraña y el grito, se han ido incorporando voces y tambores, cuerdas y gritos, pasos y vientos, con un aire especial, el de María Arnal.
Otro poema de Lorca viene a mi vera al ver la trepidante Sonoma, la luna y la muerte, y las pinto en mi mente. La luna le ha comprado pinturas a la muerte. En esta noche turbia ¡está la luna loca!. Porque lo sepulcral asfixia unas bailarinas inicialmente con petos con detalles negros y faldas largas y anchas, y con un cielo cambiante, hasta de rojo opresor, y una cruz, Buñuel mediante, que emana unas cuerdas que atan. Pero estas van liberándose hasta florecer y llegar a un simple y ligero blanco esperanzador, ya sin gorros ni petos ni faldas, solo blusones blancos, con la cruz en la lejanía y el cielo ya por fin espacio abierto. Y ellas son cada vez más y ya cantan, brava María Arnal, y golpean y danzan, y todos, espero, con ellas.
La creación polifónica es de primer orden así como el trabajo coreográfico y su ejecución. Bienaventurados...se declaman algunos por afección, otros suenan a ofensa para acabar confesándose todas ser quienes mataron a Federico García Lorca. Pero estaba allí, más vivo que nunca, dibujando su grito en elipse, de olivo en olivo y con Buñuel clavando la cruz en un monte de alpargatas. BRAVI!
Un texto de Juan Carlos Romero
Fotografías según créditos a pie de imagen cortesía de Festival Grec BCN
Idea y dirección artística: Marcos Morau. Dirección de producción: Juan Manuel Gil Galindo. Coreografía: Marcos Morau en colaboración con las intérpretes. Intérpretes: Anabel
Barotte, Alba Barral, Àngela Boix, Julia Cambra, Tanit Cobas, Laia
Duran, Gloria Garcia, Anna Hierro, Laura Lliteras, Ariadna Montfort,
Núria Navarra, Lorena Nogal, Marina Rodríguez, Anna Serra, Sau-Ching
Wong. Con la colaboración especial de: Maria Arnal. Texto: El Conde de Torrefiel, La Tristura, Carmina S. Belda.Repetidores: Estela Merlos, Alba Barral. Asesoramiento dramatúrgico: Roberto Fratini. Asistencia vocal: Mònica Almirall. Dirección técnica y diseño de iluminación: Bernat Jansà. Regidor de escena, maquinaria y efectos especiales: David Pascual. Diseño del sonido: Juan Cristóbal Saavedra. Voz: María Pardo. Escenografía: Bernat Jansà, David Pascual. Diseño del vestuario: Silvia Delagneau. Confección: Mª Carmen Soriano. Sombreros: Nina Pawlowsky. Máscaras: Juan Serrano – Gadget Efectos Especiales. Gigante: Martí Doy. Atrezzo: Mirko Zeni. Producción y logística: Cristina Goñi Adot, Àngela Boix
