CHUCHO VALDÉS & THE AFRO-CUBAN MESSENGERS

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Yuca y danzón








Chucho apareció sobre el escenario de L’Auditori de Barcelona entre los aplausos del público expectante del 46º Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Antes de empezar nos habló de la formación Irakere, el grupo de jazz cubano que Chucho cofundó en 1973. La noche, nos avisó Chucho, iba a homenajear en buena parte el papel de aquella banda cuyo embrión se remonta a 1967 con la creación de la Orquesta Cubana de Música Moderna de la que Chucho Valdés fue miembro bajo la dirección de Armando Romeu y Rafael Somavilla. Rápidamente Chucho se conviertió en el líder del grupo creando un quinteto con el que en 1970 viajó a Polonia y tras cuya actuación se disparó el su prestigio como uno de los mejores pianistas del mundo. Finalmente, en 1973 formó Irakere, que en lengua Yoruba quiere decir Vegetación, combinando jazz, rock, clásica y música tradicional cubana. La formación ha contado con algunos de los mejores músicos latinos como Arturo Sandoval y Paquito D’Rivera, y revolucionó la música latina.

La noche fue un auténtico delirio que delató a L’Auditori como lugar inadecuado para tales ritmos endiablados. Los pies se iban, las piernas también, pero las butacas obligaban a posturas recatadas desde un punto de vista rítmico. Algunos se negaron a tal represión y dieron rienda suelta a sus impulsos alzando cuerpo y alma. Los propios músicos nos pidieron a lo largo del concierto, especialmente en la parte final, que nos levantáramos, y es que el horno de la música que tan virtuosamente nos ofrecían no era para bollos resecos en poltronas estáticas sino para meneos y remeneos de toma pan y moja.
   
La banda que acompañaba al maestro Valdés eran los Afro-Cuban Messengers, integrada por Gastón Joya, bajo; Rodney Barreto, batería; Dreiser Durruthy Bombalé, batás y voz; Yaroldy Abreu Robles, percusión, y como invitados especiales a Alexander Abreu, trompeta y voz; Reynaldo Melián, Molote, trompeta; Manuel Machado, trompeta; Rafael Águila, saxo alto, y Ariel Brínguez, saxo tenor. Todos ellos tuvieron su momento de lucimiento a lo largo del concierto, todos ellos de altísimo nivel.

Las canciones se sucedieron en una buena combinación de poderoso ritmo y momentos melódicos, del repertorio de Irakere o procedentes de su reciente álbum Border-free. El tema Claudia (Guajira para Bebo) nos trajo el recuerdo del gran Bebo Valdés, su padre, cuyo talento y sonrisa muchos echamos de menos. El humor en clave sexual vino de la mano del clásico de Arsenio Rodríguez ya versionado por Irakere El güayo de Catalina. 100 años de juventud es un danzón que Chucho Valdés compuso para el centenario del danzón y que grabó originalmente con Irakere, una delicia absolutamente seductora. Otro tema de Irakere fue Por romper el coco, canción juguetona y jugosa. De su último disco cabe destacar Congodanza donde el virtuosismo del maestro Valdés tuvo espacio libre para danzar y dejarnos boquiabiertos. Maravillosa pieza que abre un disco excelente. Tras ella llegaron Los guiros, espléndida pieza muy rítmica, de profunda raíz africana en percusión y cantos, combinada con el piano con miras contemporáneas de Chucho. Estela va a estallar es otro tema de la época de Irakere, una versión del estándar Stella by Starlight de Victor Young compuesto como instrumental para el film musical The Uninvited dirigida por Lewis Allen en 1944, y al que más tarde Ned Washington añadiría letra. Chucho bromeó con el cambio de título y nos regaló una interpretación impecable.


Hubo hasta tres bises, y queríamos más. La noche fue todo lo que podríamos haber soñado y más. Gracias señor Valdés, vuelva pronto.










Texto de Juan Carlos Romero
Chucho Valdés website www.valdeschucho.com
Foto cortesía de The Project | Festival Internacional de Jazz de Barcelona
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