Glorioso desastre
Sí, llegué tarde. Cinco
minutos, como la canción de Luis Eduardo Aute. Pero en ella la gran María Félix
bailaba y bebía mientras cantaba “cinco minutos, los que me quedan y olvido el
luto, cinco y no más”. La imagen es evocadora, ¿verdad? Mis cinco minutos, en
cambio, fueron lastimosos, patéticos por corridos tarde, demasiado tarde, por
las calles de L’Hospitalet del Llobregat hacia el Teatre Joventut donde esa
noche actuaba el gran Adrià Puntí dentro de la programación del Festival
Barnasants, al que tanto debemos. Él ya había empezado su actuación. Estaba
solo en el escenario, con guitarra acústica, gafas de sol y un único foco
vertical iluminándolo. Lo siento, no sabría decir qué canción estaba cantando,
creo que Esperit. Pero sonaba a
preludio de algo grande.
Más tarde, Puntí se sentó
al piano y su banda apareció en el escenario. Homenajeó a Ovidi Montllor
interpretando la canción que el maestro de Alcoi compuso junto a Jaume Subirana
bajo el título Carnisseria. “Mentre
tallava, sàdicament despistat pensava en la dona, tsss, son pare, tsss, la
sogra, tsss…”. Puntí tuvo el atino de añadir a Artur Mas, lo cual arrancó las
carcajadas del público, y a Mariano Rajoy, que consiguió incluso aplausos sarcásticos.
Cosas del puterío político y los amoríos banderilleros ciudadanos.
Puntí estuvo mágico, como
lo es su repertorio, de una riqueza textual de las que escasean. Explicó “¿Conocéis la historia del hombre que paseaba
con un teléfono por Gerona? Todo el mundo se burlaba…ahora todos llevamos uno”.
Me pareció que alguien llamaba a mi puerta. No podía ser, claramente yo no
estaba en casa. Tampoco una ilusión óptica podía fabricar el más mínimo abanico
de posibilidades, pues un llamado suena pero raramente se ve. ¿Entonces? Puntí,
él golpeaba las cuerdas de su piano y yo las escuchaba sintiéndome en la casa
del arte cancionero, la mía, la que todos debiéramos sentir como propia. Te
echábamos de menos Adrià. Hubo instantes para sus nuevos temas, del reciente EP
Benvinguts al desastre como Esperit, la que me perdí al principio, y
La prova del nou, que podrían incluirse
en su inminente nuevo álbum, como también el avanzado Tornavís. Si esto suena así, el disco estará a la altura del autor
de Salt. Pero también hubo espacio para Umpah-pah y sus discos anteriores. Así
que desfilaron sus clásicos Ull per ull,
Sota una col, Catximba y la apoteósica Sí,
la versionada por Bunbury, del último álbum de Umpah-Pah publicado en 1996 La columna de Simeón. “¿Quién pudo ser?
quiero que seas tú.¡Dímelo! ¡dímelo una vez!...¡por clemencia!, por favor
¡dímelo!, confiesa...Tal vez no existas. Ante la duda un sueño”. Y eso es
Puntí en el escenario, un sueño hecho realidad. Con humor y buena letra.
Foto cortesía de Barnasants
Vídeo cortesía deVilaweb
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