YOKO ONO

Pedazos de rayo


Yoko Ono in Half-A-Room, Lisson Gallery, London, 1967
Photo by Clay Perry
© Yoko Ono



Ella dice que es una bruja. El mundo piensa que lo es, claro, pero lo único seguro es que Yoko es una criatura del océano o así la llamaron cuando nació en 1933 en Tokyo. Al menos ése y no otro es el significado de su nombre Yoko en su traducción Kanji y así la llamaba John Lennon en su canción Julia incluída en el Álbum Blanco que The Beatles publicaron en 1968. Su padre era Eisuke Ono, quien fue pianista clásico en su juventud y que se convirtió en un importante banquero en Japón. Era hijo de Zenjiro Yasuda del clan samurái de los Yasuda y fundador del Yasuda zaibatsu, uno de los cuatro conglomerados financieros más importantes del Japón imperial, disuelto al acabar la guerra en 1945. Así pues, ya tenemos otro hecho: Yoko proviene de una larga saga de guerreros samuráis y hay que admitir que su personalidad es un buen ejemplo de espíritu guerrero. Gracias al trabajo de su padre, ella pudo viajar pronto a América teniendo una temprana experiencia de la vida en San Francisco y Nueva York. Los años de la guerra fueron difíciles para su familia pues tuvieron que regresar a Japón pero una vez esta acabó Yoko pudo iniciar estudios de música y filosofía en Tokyo, aunque dejó la universidad en pocos meses. Su familia había regresado sin ella a Nueva York y cuando abandonó los estudios se reunió con ellos. Allí ingresó en el Sarah Lawrence College, una escuela de arte privada y liberal en la que empezó a relacionarse con artistas como La Monte Young, artista americana vanguardista, compositora y música experimental creadora de la drone music, y a John Cage, pionero de la música aleatoria, la música electroacústica y el uso de instrumentos no convencionales. Ambos fueron sus mentores en sus inicios artísticos.

Yoko Ono se ha casado tres veces: en 1956 con el músico vanguardista Toshi Ichiyanagi, en 1963 con el productor Anthony Cox, y finalmente con John Lennon en 1969 cuya historia es ampliamente conocida. Ahora, con ochenta años, asegura que empieza una vida nueva y presenta una vasta retrospectiva en el Museo Guggenheim de Bilbao, una muy buena oportunidad de descubrir su carrera artística más allá de la sombra del mito The Beatles pues Yoko Ono ha explorado el arte conceptual y de la performance desde finales de los años cincuenta colaborando con el grupo Fluxus y sus primeros trabajos importantes como Painting to Be Stepped On en 1961 y Cut Piece y el libro Grapefruit en 1964 el cual incluía instrucciones surrealistas que debía ser completadas por el lector. Más tarde inició una prolífica carrera en el cine experimental con títulos como No 4 (1966), también conocida como Bottoms, Rape (1968) y su última Onochord (2004).


Pero su popularidad le viene por su relación con el Beatle John Lennon y su colaboración musical durante los setenta, aunque su carrera musical en solitario es profundamente interesante por sí misma, tanto como irregular. Los fans de The Beatles normalmente preferirían borrar sus canciones del álbum Double Fantasy publicado en 1980 justo antes del asesinato de Lennon y en el cual aparecen canciones escritas por Lennon y otras escritas por Ono como creando un diálogo entre ellas. Pero cuando uno escucha el disco es obvio que Ono estaba más conectada a la actualidad de la escena musical que el propio Lennon. Quizás las canciones del Beatle eran mejores pero su estructura era de pop clásico, cercana a sus tiempos en The Beatles, y su sonido estaba sobre-producido. Por otro lado, las canciones de Ono tenían un sonido cercano a bandas del momento como los B-52’s y The Talking Heads. Tras la muerte de Lennon ella ha publicado algunos discos realmente buenos así como colaboraciones casi increíbles como la pieza experimental inédita hasta la fecha grabada junto a Paul McCartney a inicios de los noventa bajo el título Hiroshima Sky (Is always blue). Su reciente Take Me to the Land of Hell (2013) grabado junto a su hijo Sean Lennon y Yuka Honda, Nels Cline, y Cornelius' Keigo Oyamada, en el que se incluyen magníficas canciones como Moonbeans, Cheshire Cat cry y N.Y. Noodle Town, es una prueba más de la fuerza de su magnífico talento.


Yoko Ono | Half a wind-show. A Retrospective at Bilbao Guggenheim Museum

Selección de imágenes aquí


Texto de Juan Carlos Romero
Foto de Clay Perry. © Yoko Ono
Cortesía de Museo Guggenheim de Bilbao
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